Archivo de la categoría: violencia intrafamiliar

Virus COVID-19 y derecho de familia

Nos han llegado muchas consultas ante la actual situación generada por la pandemia del Coronavirus y cómo esto ha ido afectando nuestras relaciones de familia, los acuerdos, los alimentos, la continuidad y tramitación de causas. Debemos estar preparados y saber qué hacer ante este estado de cosas tan excepcional.

El último tiempo, nuestro país incluso desde antes del 18 de octubre ha venido experimentando cambios profundos y sobre todo, mayores cuotas de empoderamiento las cuales se traducen en la necesidad de ejercer nuestros derechos.

Sin embargo, nunca imaginamos la agresividad de una nueva enfermedad que amenaza a todo el planeta. Veíamos por televisión la contingencia en países lejanos de gran desarrollo y rápidamente esto ya es una realidad en nuestro país.

Se trata, según la OMS, de la peor pandemia de la historia.

Entonces, lo primero será cuidar nuestra vida y la de nuestras familias, para después hacer frente de la mejor manera posible a todas las dificultades que impone soportar esta crisis y reanudar la vida luego.

A un mes de conocidos los primeros casos en Chile de contagio por Covid-19 toda nuestra economía ha sido afectada. A la cuarentena preventiva e indicaciones para evitar el contagio que implican quedarse en casa; la suspensión de clases;  la cuarentena total y cordones sanitarios en parte importante de nuestro territorio, se suman los efectos de despidos y la  imposibilidad de generar ingresos para cientos de miles de chilenos, todo esto sin duda pone en jaque el bienestar de las familias, queramos o no los más perjudicados pueden ser nuestros niños, ancianos y las personas en situación de discapacidad.

¿Cuáles derechos y deberes de familia se afectan?

ALIMENTOS Y RDR:

Sepan ustedes que el derecho a percibir una pensión de alimentos y a mantener una relación directa y regular con los hijos se mantienen vigentes mientras no exista una sentencia judicial que cambie dicho estatus. Es decir, los padres o madres alimentantes siguen obligados a pagar la pensión de alimentos en la forma y monto en que fue establecido y el régimen de visitas debe seguir cumpliéndose.

Respecto las pensiones de alimentos la ley establece una presunción, es decir si una persona tiene hijos se entiende que tiene los medios  para alimentarlos. No importa si en la práctica tiene ingresos formales o no, es decir, por el hecho de ser padre o madre, está obligado legalmente a proveerlo de alimentos para satisfacer sus necesidades (vivienda, salud, educación, recreación, alimentación, entre otros) por esto es que, aún en caso de cesantía el padre sigue obligado a pagar el valor de la pensión. Por lo tanto siguiendo esta máxima legal, la crisis económica que ocasiona el coronavirus no libera a una persona de su obligación para pagar pensión de alimentos. Si el alimentante no está en condiciones de pagar la pensión o el beneficiario no ha recibido la pensión, deberán recurrir a los tribunales de familia para en el primer caso rebajar los alimentos o en el segundo caso, exigir su cumplimiento forzado.

Respecto el régimen de relación directa y regular (visitas) y siendo este un derecho para los hijos y un derecho-deber para los padres, debe cumplirse en la forma establecida, teniendo como limitación el bienestar superior del niño niña o adolescente. Existiendo una situación excepcional de eventual posibilidad de contagio y medidas adoptadas por la autoridad en estado excepcional de catástrofe como cuarentena, limitación al traslado de las personas y aislamiento social, es justificable que este régimen comunicacional no se cumpla. Es esperable que los padres mantengan una actitud flexible al respecto y existiendo tecnología disponible se mantenga el contacto con los hijos en forma regular a través de estos medios y no perjudicar el vinculo afectivo. Una vez superada la crisis sanitaria los periodos de RDR no ejercidos podrán ser compensados.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

La ansiedad y angustia que provoca una situación tan compleja y desconocida para todos, puede ocasionar que los conflictos familiares se exacerben desencadenando lamentablemente situaciones de maltrato y violencia al interior de los hogares. La violencia en cualquiera de sus formas es absolutamente condenable y debe ser denunciada para que exista una intervención que ponga fin al riesgo que pueden correr las personas. Los tribunales de familia, Carabineros , Policía de Investigaciones y Fiscalías siguen recepcionando denuncias por VIF (violencia intrafamiliar) y si usted se encuentra en una situación que ponga en riesgo su salud física o psicológica debe denunciarlo.

En legalfamilia estamos trabajando a distancia y queremos mantenernos cerca de todos quienes requieran orientación, asesoría y representación para solucionar sus conflictos.

No queremos que esta crisis sea «aprovechada» por los padres en perjuicio de los hijos. Es decir padres que incumplan con el pago de su pensión o abandonen la coparentalidad y madres que obstaculicen injustificadamente la relación entre los hijos y su padre no custodio.

Esta crisis puede significar una oportunidad para mejorar la conflictiva entre los miembros de una familia y ante tan complejo escenario es fundamental ser creativos y generosos para que los hijos y la familia en general puedan seguir adelante y resulte lo menos afectada posible.

La fragilidad de la humanidad ha quedado demostrada y es momento de unir fuerzas y  cuidados. Nuestros hijos heredarán sin duda otra forma de vivir y ya nada volverá a ser igual a la vida que conocimos. Intentemos solucionar los problemas familiares mediante acuerdos y si no es posible hacerlo directamente entre los involucrados, no dude en solicitar intervención de un tercero.

Uno de los principios del derecho de familia es la COLABORACIÓN.

No es momento para que los padres originen o se mantengan en disputa, todo lo contrario: los padres debiesen estar atentos y dispuestos a ayudar en todo cuanto beneficie a los hijos comunes. Los  abogados controversiales tampoco aportan, por lo que esperamos colegas dialogantes y empáticos que busquen salidas alternativas a la altura de este gran desafío del 2020.

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

“La violencia contra las mujeres  es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre los hombres y las mujeres” (Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra las mujeres. Informe del Secretario General, 2006).

La violencia contra las mujeres tiene dos componentes básicos:

  • Relaciones asimétricas y jerárquicas entre hombres y mujeres
  • Abuso de poder

Existen herramientas para abordar la violencia que todos los días sufren las mujeres chilenas. Desde la normativa interna partiendo por  la Constitución Política hasta las reforzadas políticas públicas con la creación del Servicio Nacional de la Mujer y la equidad de Género, nuestro país cuenta con los medios para perseguir y sancionar a quienes agredan a una mujer. Qué pasa entonces? Porqué siguen apareciendo Nabilas y Valentinas, que mueven las redes sociales y sobrecogen con sus testimonios?

Difícil resulta erradicar patrones sociales, culturales e históricos que instalan y justifican la desigualdad, discriminación y subordinación de la mujer, situándola en una posición de inferioridad y dependencia respecto a los hombres, tanto económica, social, cultural y emocionalmente.

Es posible evidenciar estereotipos que se esconden en una aparente “normalidad” o “naturalidad” y  que sólo justifican la violencia: hemos leído en estos días  a partir de la denuncia en RRSS  de la ex pareja de un músico nacional, como muchos han “castigado” a la víctima por no denunciar antes; “la culpa es de ella por aguantar”; y mientras, el presunto agresor se defiende diciendo “que ella es loca o trastornada mental ”, “se autoinfringe heridas”; “los hombres enfermos golpean a las mujeres” y yo no lo soy.

Modelos o ideales de mujeres y hombres a seguir como: la mujer virgen; la mujer madre; la mujer puta; la mujer bruja; la celosa; la mujer que provoca; la pobre mujer y por otra parte el hombre macho; el bruto, el proveedor, el exitoso, el provocado.. hacen que sea muy difícil dilucidar qué tipo de personas queremos ser,  respetarnos en las diferencias, salir de un circulo tóxico.

Por otra parte, las mujeres que han sufrido o sufren violencia de su pareja no suelen ser conscientes de la gravedad de la situación en que se encuentran. No solo reciben los mensajes de quien ejerce violencia contra ellas, sino del contexto sociocultural e histórico, llevándolas  indefectiblemente a pensar que son ellas las responsables o culpables y que se merecen lo que les está pasando.

Más allá de las estadísticas que señalan que una mujer puede demorar siete años en denunciar la violencia y salir del círculo agresivo, es preciso señalar que el contexto social y cultural no acompaña a ninguna mujer para romper su silencio. No basta que exista ley, ni jueces empáticos con esta realidad, es necesario que la sociedad se haga responsable y partícipe de cada hecho agresivo contra una mujer. Pues toda la sociedad es responsable y garante del buen estado de sus miembros.

Conceptos como conciencia de género,  empoderamiento, autonomía y conciencia ciudadana, son fundamentales para erradicar la violencia en todas las formas contra la mujer.

El empoderamiento, ya ha sido ensuciado como concepto con resabios machistas, pues para muchos es la facultad que la mujer quiere para ejercer poder o dominación sobre otros, especialmente sobre el hombre. Y ese no es el concepto real, el empoderamiento –como factor protector de la violencia contra las mujeres –trata de que las mujeres aumenten su autoestima, potenciando sus capacidades, valorándose, educándose y en forma informada ejerzan sus derechos.

El empoderar a una mujer no es moda, sino una necesidad en esta sociedad altamente competitiva, exigente y desigual.

Y cuando una mujer “se atreve”, qué pasa?

Lamentablemente muchas veces no pasa nada, o hasta empeora.

Me gustaría decir que denunciar es alentador. Pero la realidad dice lo contrario, a su agresor, deberá sumar la carga del “sistema” que la re victimizará y muy probablemente no la ponga a salvo de lo que motivó su denuncia.

Nuestros Tribunales están sobrecargados,  los jueces con poca capacitación y conciencia de la problemática de género; Fiscalía con poca disposición para brindar envergadura a los casos de maltrato habitual que casi en un 100% son desechados sin llegar siquiera a juicio o peor aún,  llegando a juicio se absuelve a los maltratadores.

Tristemente una mujer que ha sufrido violencia por su pareja y ha denunciado,  no dará como consejo a  otra mujer violentada que transite el mismo camino recorrido.

No sólo hay que vencer la vergüenza y el pudor de exponer la debilidad de haber sido maltratada, sino que también es preciso sufrir el escarnio público (porqué aguantaste tanto! Eres tonta? Cómo no te diste cuenta?) y luego vencer al aparato judicial que no está empático ni preparado para dimensionar que este ha de ser uno de los juicios más complejos de llevar adelante.

Quizá si nuestros jueces sólo aplicaran las máximas de la experiencia y los principios de la lógica llegarían a mejores y más justas decisiones.

El maltrato a la mujer es mucho más sutil y sofisticado que dar un golpe en la cara.

En el sistema es más fácil perseguir y castigar al burdo delincuente que deja marcas físicas en su víctima que aquel que hace un daño psicológico soterrado por años. Por lo que muchos tipos de violencia contra las mujeres están absolutamente fuera de la posibilidad de ser castigadas.

Hay mucho camino por recorrer y mucho por avanzar socialmente. Nabila y Valentina han dado alertas a nuestra sociedad, que sigue validando la desigualdad entre hombres y mujeres, manteniéndose inmóvil ante la injusticia evidente de la sobrecarga a nuestras mujeres, dejando roles de privilegio a los hombres, solo por ser tales.

Es preciso hacer conciencia, vencer los estereotipos, movilizar a los actores del sistema en la aplicación de las leyes y tratados internacionales. Hacernos todos juntos cómplices de una buena vida para todos y en especial para las mujeres que deben vivir una vida sin violencia.